“El arte es la más alta formación del alma, esencial para el crecimiento, para su uso”.
loren harris
En ocasiones la creación artística se encuentra en una dimensión poética donde se permite apreciar la cercanía entre el arte y una concepción particular de la filosofía. Esta particularidad de la creación como expresión simbólica nos acerca a una dimensión más poética y profunda de las cosas. Y es que no existe buen arte ni poesía sin misterio, si nos quedáramos solo con el plano simbólico-histórico-realista del Arte, tomamos solo una parte muy pequeña de este, y no podemos justificar tantos siglos de Estética en la era donde la realidad puede ser representado por una cámara fotográfica. Nos quedamos sin lo más poético y profundo del Arte. Se pierde automáticamente la idea de magia y de “misterio”.
La creación de Jenny Hernández Carbó (La Habana 1982), siempre ha estado marcada por la búsqueda espiritual, más bien mística. Es un ejemplo de cómo por medio del arte se busca expresar una voluntad de comunicación, de trascendencia del ser humano con otra realidad que escapa a sus sentidos. Desde sus lienzos, fotografías o instalaciones parece decirnos que las principales facultades del alma son la razón y la imaginación. Esta peculiar artista nos habla de otras realidades posibles a través de un misticismo estético, de un arte cargado de símbolos y lenguajes cifrados en los que cree esconderse la fórmula para crear nosotros mismos otros contextos. Así desnuda cuerpos, no en busca del homo erótico, sino para trazarnos cual maga un sendero espiritual y común para toda la raza humana, un camino de relación directa con lo divino, lo personal e interior.
Su fascinación por lo visionario y lo místico es un factor común que la une no solo con artistas tan aparentemente dispares como los simbolistas franceses del siglo XIX, sino con los pintores metafísicos de la segunda década del XX, con el surrealismo, el abstraccionismo y la pintura matérica posterior a la Segunda Guerra Mundial. Aquí encontraremos su auténtica voz. Para quienes la conocemos sabemos que esta es su alma desplegada en cada pieza. Su aptitud ante el arte a la hora de crear me lleva siempre a lo que alguien que no debí olvidar una vez dijo: “Cuando te sientas a pintar estás tú, y tus amigos y tu familia y tu ayer y el mañana. Si permaneces y tienes suerte de que se van, entonces estás tú. Pero si aún permaneces y tienes suerte, entonces tú también te vas. Ahí está tu obra”.
Yuri Limonte Hera.
Dimensions
100 x 70cm (WxH)
Expo Colectiva Internacional "Dia Mundial del Arte
https://www.linkedin.com/in/jencardez
“El arte es la más alta formación del alma, esencial para el crecimiento, para su uso”.
loren harris
En ocasiones la creación artística se encuentra en una dimensión poética donde se permite apreciar la cercanía entre el arte y una concepción particular de la filosofía. Esta particularidad de la creación como expresión simbólica nos acerca a una dimensión más poética y profunda de las cosas. Y es que no existe buen arte ni poesía sin misterio, si nos quedáramos solo con el plano simbólico-histórico-realista del Arte, tomamos solo una parte muy pequeña de este, y no podemos justificar tantos siglos de Estética en la era donde la realidad puede ser representado por una cámara fotográfica. Nos quedamos sin lo más poético y profundo del Arte. Se pierde automáticamente la idea de magia y de “misterio”.
La creación de Jenny Hernández Carbó (La Habana 1982), siempre ha estado marcada por la búsqueda espiritual, más bien mística. Es un ejemplo de cómo por medio del arte se busca expresar una voluntad de comunicación, de trascendencia del ser humano con otra realidad que escapa a sus sentidos. Desde sus lienzos, fotografías o instalaciones parece decirnos que las principales facultades del alma son la razón y la imaginación. Esta peculiar artista nos habla de otras realidades posibles a través de un misticismo estético, de un arte cargado de símbolos y lenguajes cifrados en los que cree esconderse la fórmula para crear nosotros mismos otros contextos. Así desnuda cuerpos, no en busca del homo erótico, sino para trazarnos cual maga un sendero espiritual y común para toda la raza humana, un camino de relación directa con lo divino, lo personal e interior.
Su fascinación por lo visionario y lo místico es un factor común que la une no solo con artistas tan aparentemente dispares como los simbolistas franceses del siglo XIX, sino con los pintores metafísicos de la segunda década del XX, con el surrealismo, el abstraccionismo y la pintura matérica posterior a la Segunda Guerra Mundial. Aquí encontraremos su auténtica voz. Para quienes la conocemos sabemos que esta es su alma desplegada en cada pieza. Su aptitud ante el arte a la hora de crear me lleva siempre a lo que alguien que no debí olvidar una vez dijo: “Cuando te sientas a pintar estás tú, y tus amigos y tu familia y tu ayer y el mañana. Si permaneces y tienes suerte de que se van, entonces estás tú. Pero si aún permaneces y tienes suerte, entonces tú también te vas. Ahí está tu obra”.
Yuri Limonte Hera.